Sí, creo haberte visto... aunque no tengo una muy buena memoria.
Si estos ojos propios no me engañan, eres ese tipejo de la calle Cuarta Tentación, en la esquina del bar. Así parado y las luces del anuncio, parece sentarte ese perfil que no es común de verse por aquí. Sujetos como tú, nariz aguileña y de sombrío mirar los veo a diario, en
Mis canas no me dejarán mentir, reconozco a los de tu clase. Tratan de encontrar lo interesante dentro de lugares pasionales, por eso decidiste entrar en el bar. El sonido de la puerta al girar la perilla de la puerta es característico: metal contra metal, descifrando al giro la combinación de la cerradura; dos opciones, cede o lo impide. El viento se interna en el oscuro espacio, al igual que tu gabardina café a la par el sonido de los inconscientes y pensantes sale al encuentro de lo desconocido.
Bah! no es de los mejores, digo, si me pudieses preguntar te podría platicar sobre lo que he visto en "Las Melazas", allá en el costado del Hospital Central de Celefás, o de el afamado centro nocturno "Pesadilla", del cual me han dado las mejores notas. Sigo pensando "¿porque entraste a ese bar?".
Tal vez sean las bebidas, importadas del extranjero, o de la buena posición cardinal que afama su nombre "Lujuria" en colores rosados y rojos. ¡Vaya suerte debió tener el dueño! Más aun no logro entender, si la única lujuria sería el espectáculo.
Y no me malinterpretes, no soy de esa clase de viejos que se dejan llevar por lo que la carne les pide, no señor; lo libidinoso no me viene.
Casualmente mi desagrado por ese bar no evita que la gente siga llenando sus mesas y bebiendo desaforadamente. Tu viste la barra y sus apartados, buena organización en sus mesas: A tu izquierda todas ellas, en 2 filas intercaladas en Zig Zag, separados del estrado donde usualmente grupos desconocidos tratan de tener un pedazo de la fama y la victoria, y solo alcanzan la botana y el licor. Buen intento, insuficiente.
Nuestro querido servidor de las bebidas, a tu flanco derecho, y toda clase de botellas, desde las más comunes hasta las más exóticas; reconocidas por los consumidores y las que aún siguen sin abrir es toda la decoración del rincón de las pasiones líquidas, más delante de ti otro apartado, con luces bajas y oscuras y cubierto en superficie por un manto fantasmal de tabaco consumido.
Necesito entender que yo también estoy ahí, intentando asemejar que me gusta lo que veo, y que estamos en el mismo barco, en diferentes posiciones. Mujeres en danzas sensuales no te permiten atender la mesa que estaría ideal para disfrutar de la función.
Hijo mío, yo también las veo y te apoyo en ese sentido: son bellas, son atractivas, son llamativas y son talentosas. Como aviso: "No te fijes en la pelirroja" ¡Si! Exactamente esa.
Diablos, Te lo advertí.
¡Bah! Como sea te hubieras fijado, parece sobresalir de entre todas, ese vestido blanco la hace sobresaltar de entre lo sombrío y era irremediable no prestarle atención. En fin, no digas que no te lo advertí, mi estimado.
Si quisieras saber mi opinión sobre el asunto, preferiría estar lejos de aquí, en otra ciudad en otro rumbo, disfrutando del campo, o de la pradera, la selva o de consuelo el desierto, si, más desierto que la ciudad a media noche.
Chico, hay más mujeres en la pista, con vestidos mucho más sencillos y provocativos que el que viste ella, deja de recorrerla de arriba a abajo con la mirada para que no se dé cuenta de que estás, eso sería más entretenido que observar su escote en medio esternón, o de su falda acortada, a media pierna, sin botones, sin dibujos ni pistas de adornos; vaya vestido. No me quejo de las demás mujeres, solo que sus vestidos semi-exóticos parafernalistas simplemente no me llegan. Para eso mejor un circo.
Creo que eres de los que les gustan las bebidas tradicionales. El whisky parece sentarte bien, en esa silla, sentado de lado recargado sobre la pared, pero no le sienta tan bien a la piel de las gabardinas, así que cuidado, me siento mal si a la buena ropa se maltrata.
Uno tras otro tras otro, el ambiente se anima, todo parece ser una orgía visual frente a los ojos de cualquiera que entrase. Así si pudiese ser más entretenido, inclusive para mí pero trabajo es trabajo.
¡Mira que sorpresa! Ella ya te vio, es tan hermosa y es tan cruel a la vez, qué mirada más astuta, puede ser tu día de suerte, solo no hagas tonterías por favor. Esto puede significar mucho, el guiño de una mujer que invita y la nota del mesero con la siguiente ronda de whisky, y el mensaje: "Éste lo invita la casa" escrito con delineador de labios. No olvides esa llave debajo de la nota.
¿Sabes? He escuchado de casos así, en otros bares sobre bailarinas que invitan a gente a sus camerinos, o de invitaciones a otros lugares por cuenta de ellas, pero no hay manera de saber a menos que el mesero te indique el camino, como lo está haciendo ahora.
Pareces ser un tipo agradable, empiezas a simpatizarme. No te emociones, no significa que me agrades por completo pero tienes cierto carisma que me agrada. Los ojos negros son bastante expresivos y no necesitas decirme que lo deseabas. Ya hemos pasado del umbral de los vicios a otra habitación, con una silla en el centro y un sillón, acogedor y llamativo en piel, como tu gabardina. Ya sabemos lo que tenemos que hacer: sentarnos y disfrutar de la presentación.
No baila mal, como te dije antes "tiene talento" y tiene ese factor desconocido que conmueve las entrañas; cada baile, cada movimiento conecta cada una de las palabras de ese imperceptible lenguaje de la seducción. Creo que pensamos igual, mi amigo: tampoco me gusta la provocación, sino el juego sutil de los contactos y de las miradas que despiertan nuestros polvos de pasión.
Y así es como correspondes a ella, con esas caricias, sobre el vestido y debajo de él; lentamente se desnuda y te deja ver lo que hay abajo: su intimidad. Je je, también es hábil en ponerte en igualdad. Eres un chico elegante, tanto en tu traje negro de oficio como en tus finos modales. Vaya placer indescriptible dejar que una mujer haga casi todo el trabajo mientras tu disfrutas de toda ella, en cada contacto, en cada compenetración psíquica. Quien haya inventado el placer de poseer a una mujer, y hacerle el amor se lo agradezco.
Sabe de música y ritmos, acompasados movimientos sobre de ti, domando a la bestia bajo sus regímenes, bajo sus leyes, bajo sus piernas. Que lista.
No sabría decirte que hace más ruido, si el rechinido de la silla que los sostiene, la música o sus gemidos, ambos se escuchan igual de fuertes y constantes. No me digas que piensas en el sillón, la piel con la piel se llevan mientras sean de la misma especie, querido.
Salvaje, salvaje, violento no será, ahora tu dominas. Toma el control, haz lo que has estado deseando desde aquella mesa, desde el tercer trago donde solo la mirabas contonearse en sí misma, descarga esas pasiones profesas que siempre has querido hacer, ahora que puedes; pronto será la hora de marcharnos.
Lo has hecho bien, te mereces un premio, estas muy agitado y todo ha salido excelente. Ya sabes lo que tienes que hacer: vístete y paga tu cuenta.
Escucha mi aviso, no te quedes ahí acostado con ella sobre el sillón, y mucho menos seas presa de lo inocente que se ve, porque no es lo que parece; por favor, si quieres volver a divertirte como hoy comienza a vestirte...
¡Maldición! Otra vez los golpeteos en la puerta, y los gritos de una voz ronca pidiendo que se abra la puerta. ¡Qué maldito susto nos causó! Y ahora si te vistes con presura, ¿no es así? Sin comentarios.
Pareciese que las armas me persiguen, a mi o a mi acompañante y si, en efecto, eres tu al quien están apuntando. Ella le intenta detener a palabras pero él parece no entender, como tú tampoco, ni siquiera escuchas nada. Todo está en silencio aunque ves lentamente todo lo que sucede frente a tus ojos.
¡Excelente, buen momento para correr! Están distraídos discutiendo y te han dejado el paso perfecto para dejar el lugar. Ojalá logres salir por esa puerta tan lejana. Y como buen consejo: No prestes atención a lo que diga el cantinero, ya le pagarás.
Has logrado salir, pero sin despegarte del monstruo que te persigue detrás. Volteas y solo te apunta, gritando cosas ininteligibles y con expresiones faciales que remarcan su obesidad, y su calvicie casi definitiva. Tienes 3 segundos para correr...
3...
2...
1...
Si mi pequeño, quema. También sé que no es agradable tener 3 impactos de escopeta en el peño y seguir de pié, porque eres fuerte. Lamento no ser de hierro, pero lamento más que no lo seas.
Lamento también que lo que ves es cierto, ella solo se da la vuelta, se ciñe en hombros y se regresa al bar, la abominación sigue de pié, ahora sonriendo y escupiendo el rostro de tu cuerpo hincado sobre sus rodillas. El mesero se acerca a ti y pese a mis advertencias toma tu billetera y paga tus tragos. Dice el dicho que "Todo en esta vida se paga", mi hermano.
A pesar de todo, la noche fue divertida sin importar tener que venir tan seguido a este bar y toparme con el mismo cerdo de la escopeta.
Tenemos que irnos, tú no estás para saberlo pero yo te lo contaré, tenemos que irnos. Te llevaré a un lugar muy bonito, en verdad. Tengo buenas sugerencias y esta no será la excepción. Verás que te va a agradar mucho como a mí.
¡Ah! Y que alguien sea tan amable de quitar tu cuerpo de la mitad de la calle, no sirves como atractivo para la ciudad y detesto los papeleos.
Jorge Arturo Del Solar Robles “Coco-senpai”